Desprenderse de los vicios no es fácil. (Algunos apuntes sobre hacer en colectivo)
Convidem a l’Ángela Palacios, artista i cofundadora del col·lectiu Larre, a compartir amb totes vosaltres aquest text fruit del procés de recerca ‘CCCCCCCC culturas colectivas de los cuerpos colectivos’ (2023), resultat d’una beca per la investigación i la innovació en l’àmbit del pensament, de l’Oficina de Suport a la Iniciativa Cultural (OSIC) de la Generalitat de Catalunya.
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Los siguientes apuntes sobre hacer en colectivo se han redactado a partir de las conversaciones con la cooperativa Cultural Rizoma, la asociación Estructuras3000 y el colectivo Grup d’Estudi, que tuvieron lugar entre septiembre y diciembre de 2022. Sin la generosidad, confianza y complicidad de las personas a quien entrevisté, de este texto no existiría ni el título. Los temas que se tratan se han escogido y articulado a partir de un interés personal y subjetivo, y buscan interpelar a quienes lean el artículo. Se ha decidido no referenciar quien dijo qué para hacer más ágil la lectura, pero también con la intención de que las distintas voces que componen el texto se interpreten como colectivas. GRACIAS en mayúsculas a Rita Andreu, Azahara Cerezo y Olga Taravilla de Cultural Rizoma; a Bet Pahissa, Jordi Bretcha, Jordi Carmona y Pepe de Estructuras3000; Berta Estevez, Ada Fontecilla y Antonio Ortega de Grup d’Estudi.
CON QUIÉN SE PUEDE CONTAR
No saber cuántas personas conforman el colectivo dificulta saber con quién se puede contar. O cuando se mezclan las amistades y/o colaboraciones con el hecho de estar realmente ‘ahí’.
Puede ser complicado definir qué indica si unx es parte o no de un colectivo. ¿Tener las llaves del local o sede? ¿Pagar una parte de los gastos comunes? ¿Que tu nombre figure entre los del registro del colectivo? ¿Compartir un mismo interés y visión? ¿…? Ser parte de un colectivo tiene que ver con venir a hacer. Implica trabajo, compromiso y un nivel de responsabilidad con unx mismx y con el resto para sostener una estructura. Es necesario remar el mismo barco.
En los colectivos conviven distintos estilos de relación con el trabajo. Estar siempre disponible no es siempre mejor y hay diferentes capacidades y formas de poner límites. Derivado de esto pueden darse asimetrías del esfuerzo. Por ejemplo, sabes o intuyes que alguien está haciendo todo el trabajo de una tarea o un proyecto determinado y le dices «¡Gracias!», pero en realidad no sabes la cantidad de trabajo y esfuerzo que le está suponiendo o le ha supuesto, o si ha necesitado ayuda o relevo, aunque no lo haya pedido.
Además, conviven diferentes aproximaciones al ser parte de un colectivo. Hay personas que se mueven por una dimensión colectiva a la que se vinculan desde el apoyo mutuo, otras buscando la diversificación de la actividad personal, tener una estructura fiscal compartida, o una comunidad de amarre. Puede ser por un vínculo emocional o afectivo, estímulo artístico, o un interés compartido por escapar de las prácticas individuales hegemónicas del circuito artístico, o ganas de experimentar a nivel de organización social y política. Hay personas que se acercan al colectivo desde un interés individual, buscando un canal de exposición y visibilidad. También existen free riders que se aprovechan del trabajo colectivo, pues realizan esfuerzos y asumen responsabilidades comparativamente inferiores al resto, pero reciben los mismos beneficios.
A esto se suma que habrá quienes puedan permitirse divagar, más comprometidas, que están a mil cosas a la vez y no dan abasto, que combinan con otros trabajos y proyectos, que tienen más tiempo que manera de enfocarse, con muchas o pocas ganas, con poca comprensión de las estructuras colectivas, con más o menos capacidad para tomar decisiones y ejecutar, o sin otra cosa mejor que hacer que ser parte de un colectivo.
COÁGULOS
La intención es no hacer coágulos.
Las tareas, posiciones y roles en un colectivo no son estáticas, sino que se mueven y cambian en función de las situaciones y necesidades vitales de cada unx de sus componentes. En este movimiento continuo pueden crearse tapones, solapamientos, asimetrías y coágulos.
Por lo general, las tareas en los colectivos se reparten en función de las habilidades o intereses de cada unx, y a veces también en relación con sus necesidades y situaciones personales. El reparto de tareas en el colectivo puede ser más organizado o improvisado. Por un lado, puede haber tareas que se reparten y vinculan con unas personas en concreto y está claro quien las hace; mientras que hay tareas que se negocian y distribuyen a tiempo real. (Más o menos) todxs están al corriente de lo que se ha de hacer y cada unx va haciendo y asumiendo las tareas que quiere/puede según su disponibilidad, habilidades, ganas, compromiso, etc.; aunque esta forma de distribuir las tareas corre el riesgo de provocar asimetrías en el esfuerzo y en la dedicación que cada unx aporta, así como momentos de agobio por la acumulación de trabajo.
En este sentido, es importante visibilizar, nombrar y, si cabe, dejar por escrito, la distribución de tareas; ya que a veces las cosas no son tan visibles como parecen o no son igual de visibles para todxs. Esto también ayuda a no hacer tareas por duplicado y a evitar la sensación de no llegar a todo y/o de estar haciendo más de lo que unx puede. (Aunque también es importante discernir si el stress es causa realmente del trabajo del colectivo o por la suma de tener que compaginarlo con otros tres trabajos más… situación que es habitual en el contexto). Además de una distribución clara y comunicada, es importante que haya una buena transferencia y transmisión de lo que cada unx avanza. A su vez, para ciertas personas es complicado ‘salir’ y/ o delegar, en el sentido de dejar de hacerlo todo. Puede ser difícil no estar presente, no estar al tanto o al corriente de todo. Desprenderse de los vicios no es fácil.
Con el paso del tiempo, funciona bien que algunas personas tengan un cierto poder de decisión y autonomía para hacer o decidir determinadas cuestiones en relación con un proyecto o al funcionamiento del colectivo; de manera que algunas propuestas puedan avanzar sin tener que preguntar a todo el grupo al respecto. Porque si todo tiene que pasar por todo el grupo todo el rato, puede resultar un proceso agotador, cuando a veces no es necesario.
Una propuesta en este sentido es la organización, según intereses, de comisiones o subgrupos enfocados en un tema/proyecto. Así, no hace falta molestar a todo el grupo con una cuestión que quizá no interesa o interpela a todxs. Se confía en que si una/s persona/s está/n coordinando un proyecto o realizando una tarea determinada es porque tiene/n la capacidad y experiencia para hacerlo. Aunque si alguien no está de acuerdo con la comisión en alguna cuestión, entonces se discute.
También hay ocasiones en las que esta necesidad de autonomía en la toma de decisiones para no hacer coágulos se da de forma menos organizada, como salida a situaciones en las que no hay tiempo para esperar a que todxs se pronuncien o haya quorum colectivo.
Otra propuesta es la rotación de posiciones para facilitar el desplazamiento de las tareas; especialmente de aquellas que son más complicadas, requieren una mayor responsabilidad, son más aburridas, menos glamurosas, menos visibles o simplemente pensamos que encajan menos con nuestras habilidades o intereses. Este desplazamiento de tareas parece que, cuando se da, suele darse más bien por necesidad (por ejemplo, cuando la persona que hacía algo ya no está), y no tanto porque sea parte del funcionamiento propio del grupo. En cualquier caso, es importante que las tareas se muestren constantemente para que se entiendan. Cuanto más comprensible sea la tarea que comporta cada posición, más fácil será acoger su relevo cuando sea necesario. Aquí, nos podemos encontrar con que para algunxs puede ser conveniente no saber cómo funcionan ciertas tareas. Si alguien se hace cargo de un tema, ya va bien para tener un problema menos.
Por último, también puede ser que alguien necesite desaparecer un tiempo, unos días o meses, porque está en otra onda o por el motivo que sea. A su regreso, esta persona se pondrá al día, pero sin pretender interferir en las decisiones tomadas por el colectivo durante el tiempo que no ha estado, a no ser que haya un fuerte desacuerdo con algo. Esto tiene que ver con la confianza en las decisiones que tomará el colectivo y en que las cosas irán tirando, aunque no sea tu propuesta o sean ideas que nunca se te hubiesen ocurrido.
PAL DE PALLER
El ‘pal de paller’ es el mástil que sirve de eje alrededor del cual se monta el pajar. Su uso lingüístico figurado ha derivado para referirse al eje o núcleo en torno al cual se vertebra una sociedad, una empresa, una familia, o en este caso un colectivo. 1
El ‘pal de paller’ es una de las imágenes que aparecen junto a la del timón. Si se entiende el colectivo como un barco en el que vamos todxs, siempre hay una persona que inevitablemente lleva el timón y guía el barco. Si no hay una o dos personas que lleven el timón, el barco se va a pique. Esto no significa que quien lleva el timón mande. Llevar el timón se refiere a tenerlo todo en la cabeza, conocer todo el barco. Es una especie de coordinación general. No es un ¡sigue al líder! ni tiene que ver con ser la cara visible. Es otra cosa diferente. La persona que lleva el timón trabaja mucho y es a la que se le pregunta todo, mientras que quien no lleva el timón no suele ser consciente de la cantidad de esfuerzo y trabajo que implica llevarlo.
En ocasiones, desde dentro del colectivo, el timón se asocia a la gestión de la arquitectura económica y contable – que es una parte importante de la estructura y funcionamiento del colectivo, aunque no precisamente una de las tareas agradables de hacer –. Gestionar esta parte parece otorgar una posición diferente respecto al resto. O cuando el colectivo no tiene una forma jurídica, ¿a nombre de quién las facturas de los gastos? ¿el alquiler? ¿la cuenta bancaria?, puede ocurrir que el colectivo asocie a la persona que figura como titular de estos contratos con la idea de ‘jefx’, aunque ésta no ejerza literalmente una autoridad.
Desde afuera, esto no suele verse. Lo que sí es visible desde afuera es la continuidad. El hecho que alguien lleve más tiempo siendo parte del colectivo, puede llevar a asociarse con ‘la persona de referencia’ del grupo.
Es importante visibilizar esto. Bien sea para reconocer la implicación, responsabilidad y trabajo que conlleva asumir estas posiciones; o bien para avisar de que la posición de liderazgo o de referencia que puede asociarse a una persona por estos (u otros) motivos, puede ser una posición con la que dicha persona no se sienta cómodx y genere malestar.
DESIGUALDADES EN EL DIÁLOGO
Los espacios de diálogo del colectivo – ya sea en forma de asamblea, encuentro informal, consejo trimestral o en el chat de mensajería instantánea –, se entienden como espacios en los que compartir ideas, deliberar, negociar y tomar decisiones.
Estos espacios de diálogo y las formas de toma de decisiones son un eje clave del funcionamiento y organización del colectivo. Como espacios en los que “todo el mundo” puede opinar y decir lo que piensa, son espacios en los que afloran las desigualdades. Esto no quiere decir que el diálogo sea siempre desigual, pero puede ser que así sea y es preferible no obviarlo.
Es inevitable no asociar el valor de una persona dentro del colectivo con el hecho que se acepte o no lo que dice y propone. Hay formas de liderazgo que se relacionan con la capacidad dialéctica que una persona tiene para decir las cosas, censurar o administrar los silencios. Está claro que hay gente que tiene más poder de convicción, pero también puede ser que unx tenga más información (y con ello mayor poder de manipulación), un mejor manejo del idioma vehicular, un vínculo emocional más fuerte, o simplemente más tiempo para estar en las reuniones y hablar.
En relación con la toma de decisiones, las votaciones entre sí y no es algo que puede resultar problemático, en tanto que puede dejar fuera a las minorías. Llegar a una unanimidad con un código de buenas prácticas, protocolos de cuidados y mediante una política dialógica de negociación, no significa que la mayoría no pueda aplastar a la minoría. Aquí se puede proponer que aquellxs que estén en la postura del sí recojan las propuestas del no, con la intención de desplazar las posturas del sí y del no, mediar, dialogar y consensuar hasta salir de las subjetividades.
Cuando la toma de decisiones se realiza por medio del método “in crescendo de euforia”, también hay riesgo de que se den estas desigualdades. Esta forma de toma de decisión – que suele emplearse cuando no se está por la labor de adentrarse en procesos de negociación y consenso –, propicia que las ideas que generan más euforia y aglutinan más apoyos, son las que finalmente se llevan a cabo; mientras que las ideas que no lo consiguen se descartan y olvidan, llegando, incluso, a no ser ni comentadas.
EL SOSTÉN DE LA ESTRUCTURA COLECTIVA
Organizar el sostén económico de la estructura colectiva es un aspecto clave y que también determina las posiciones en el colectivo según las contribuciones de cada unx.
¿Por qué tengo que dar una parte de la remuneración si he realizado yo el trabajo? Cuesta mucho difuminar el ‘yo’. Pero es que no es sólo el trabajo que unx hace, sino también la estructura que lx mantiene y apoya, un ente que te paga a través de su cuenta bancaria, así como el hecho que lo que unx hace es en vinculación a un hacer y trayectoria colectiva y el capital simbólico que ésta ha generado. Por otro lado, suele ocurrir que hay unas personas más cuidadoras que otras, que son las que acaban asumiendo el trabajo reproductivo, no remunerado y normalmente invisibilizado.
Entonces, ¿cómo materializar lo que cada unx aporta al colectivo para poder valorarlo de manera similar, ya sea trabajo productivo o reproductivo? 2
Poner un valor e incluso retribuir (de la forma que se invente o considere) los trabajos reproductivos que no tienen una financiación directa, como sí suelen tener los trabajos productivos, tiene que ver con los cuidados. Además, cabe sumar que los trabajos reproductivos de la estructura colectiva suelen ser trabajos que tampoco se visibilizan en plan «haré un post en Instagram que diga Hoy X ha hecho la contabilidad de noviembre!»; o «X ha diseñado una newsletter» o «Hoy he limpiado los cristales del local». También es algo a plantearse, el por qué nunca se comunica esto, porque hay meses en los que el trabajo del colectivo es en su mayoría reproductivo.
Desde estas cuestiones, la estructura colectiva podría explicarse a través de un excel. Pero organizar esta parte no suele ser asunto fácil en los colectivos, ni tampoco algo que siempre se trata. Sin embargo, es una forma equitativa de visibilizar el trabajo, crear un sistema de valor y propiciar el sentir que todxs contribuyen en la estructura compartida; ya sea aportando recursos económicos a partir de trabajo productivo o realizando tareas reproductivas necesarias para que todo lo demás pueda mantenerse y funcionar. También puede servir para detectar si el trabajo del colectivo propulsado por lo productivo de los proyectos y encargos se come el tiempo que cada unx puede aportar de manera individual, de manera que ‘lo otro’ no es posible, a pesar de ser importante.
FORMAS DE ESTRUCTURA
Hay estructuras sin que las haya. Sin ser conscientes de las estructuras, siempre seguimos y reproducimos patrones. Es con consciencia de esto que podemos crear una estructura propia.
El colectivo es el espacio en el que unas estructuras (y sentires) se relacionan con otras. A partir de aquí, se hace lo que se puede. Si describimos la estructura del colectivo como una forma de imaginación política, la entenderemos como «la capacidad de creación de significado compartido y transmisión de tradiciones con las que dar sentido y marco de existencia a un “mundo” que pueda ser el sustrato de un entramado de subsistencia común» 3.
Aunque se niegue, no se quiera pensar o no se atienda a ello, la estructura del colectivo es política. Es un campo político de conflictos, de contradicción y de aprendizaje en relación con las estructuras con las que cada unx llega y es parte del colectivo. Es por ello por lo que la estructura (o estructuras) del colectivo no puede entenderse de forma estática, ya que existen desplazamientos constantes en lo político, lo relacional y lo discursivo que afectan tanto al cuerpo colectivo como a lxs cuerpos que lo conforman.
En el movimiento de la estructura cabe hacer el esfuerzo por entender de dónde surgen “las cosas” y por qué surgen, para poder atender las problemáticas. Ir más lejos de lo naíf, del «todo bien, qué guay, hola guapi!» A veces toca acoger el malestar, no para instalarse en él, sino para, desde dentro del malestar, pensar qué estructuras nos están haciendo daño o no están respondiendo a las necesidades, y así poder imaginar y probar otras nuevas. Se trata de entender qué está haciendo el colectivo en el sentido de la micropolítica, para entender cómo se está siendo de esta otra manera de organizarse que nadie nos ha enseñado.
Es pensar el colectivo como un laboratorio donde probar, demostrar y analizar, en el que las personas que forman parte están menos condicionadxs y privilegiadxs, y donde suponer una contraparte siempre. Un espacio en el que los momentos de crisis se ven como algo positivo que moldea, cambia y transforma. Un espacio de ir en contra, pero no siempre de forma negativa, sino para probar otras maneras de hacer arte, de acercarse a la política y de organizarse. Prueba error, prueba error, hasta llegar a algo con lo que todas las partes puedan estar medianamente cómodxs entre lo personal y lo colectivo. Porque se huye de la idea utópica de que algo puede ser perfecto y para siempre.
Autoria dels dibuixos i les animacions: Ángela Palacios
Notas:
(1) Serrat, Narcís (2022); “El genuino pal de paller”. Recuperado en enero 2024, de: https:// www.lavanguardia.com/opinion/20220502/8236617/genuino-pal-paller.html
(2) Ladefe.cat (2018); “Perspectiva feminista y ética del cuidado. Guía de autodiagnosis para organizaciones”. Organizaciones para la Justicia Global con la colaboración de L’Esberla y Observatori IQ.
(3) Emmmelhainz, Irmgard (2019); ‘Imaginación política en la democracia neoliberal’. Rescatado en mayo 2024 de: https://campoderelampagos.org/critica-y-reviews/17/3/2019
Sobre l’autoraÁngela Palacios és artista. És co-fundadora del col·lectiu artístic de caràcter feminista Larre i anteriorment de la plataforma cultural “artista-run” Fireplace. Una part important de la seva pràctica es desenvolupa en espais de col·laboració i investiga entorn de les estructures col·lectives com a espais d’experimentació de noves formes de governança i cultura organitzacional. Actualment forma part del programa de recerca en mediació ‘Les Mòniques’ del Centre d’Art Santa Mònica. També és docent en Belles Arts (UB) i membre de la junta de la PAAC des de 2022.
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